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sábado. 07.06.2025
CINE

'The Brutalist': una parábola cinematográfica que narra con acierto la barbarie del siglo XX

The Brutalist nos da mucho que pensar y hace pervivir un cine con ideas seriamente amenazado por el culto a los efectos especiales.
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Tenía miedo de que no me gustara y quedaran defraudadas unas expectativas abonadas por excelentes críticas que tanto han ensalzado la película The Brutalist, galardonada con innumerables premios y nominada para diez óscars. Pero su largo metraje se me hizo corto y el relato logró cautivarme desde un inicio. Quedé atrapado por esas primeras imágenes acompañadas de una música enfática y el texto de una carta que introduce la historia. También comprendí el motivo que ilustra su cartel anunciador: una Estatua de la Libertad vista del revés o en horizontal, pero jamás erguida.

Aunque no fueran la primera opción, el reparto hace un trabajo magnífico con actuaciones memorables, aun cuando el protagonismo lo retenga la historia. El público debe ir atando cabos y colocando en su lugar las piezas de un fascinante rompecabezas narrativo. Se van dando pistas de la biografía del protagonista y de su entorno que van decantando su personalidad e identidad. Al mismo tiempo algunas cuñas radiofónicas nos van informando del contexto histórico en que transcurre la trama, resaltándose cuestiones relevantes para reconstruirla.

El propio título es un acierto rotundo, al jugar con un doble significado

El propio título es un acierto rotundo, al jugar con un doble significado. Por supuesto se refiere a un estilo arquitectónico llamado “brutalismo”, cuya etimología se filia en Le Corbusier, partidario de utilizar “el hormigón en bruto”. Este movimiento se caracteriza por subrayar la naturaleza expresiva de los materiales y prescindir de las florituras, con arreglo al “menos es más” de la escuela Bauhaus. Pero el término también evoca la brutalidad propia del comportamiento gratuitamente cruel.

En el trasfondo vibra el holocausto judío y la barbarie nazi. Quienes hayan visitado el Museo Judío de Berlín recordarán una curiosa experiencia sensorial. Hay una sala cuya puerta se cierra para que te mueras de frío en la oscuridad, reproduciendo lo que sentía en su cautiverio la gente apiñada en los barracones del campo de concentración. Eso mismo es lo que perseguiría este arquitecto al diseñar sus fantásticos edificios.

Paralelamente se hacen ver los problemas que padecieron quienes lograron sobrevivir al holocausto. Algunos quedaron atrapados en sus países de origen cuyo régimen político estaba sojuzgado por el yugo soviético. Los más afortunados encontraban asilo en lugares como Norteamérica, donde la prosperidad convivía con una notable indigencia y las clases más pudientes demostraban escasa empatía para con los perdedores en la competitividad social.

Cada secuencia seduce al espectador con su fragancia genuinamente cinematográfica y el relato cala muy hondo en tu imaginario particular, dejando una impronta imborrable

Cada secuencia seduce al espectador con su fragancia genuinamente cinematográfica y el relato cala muy hondo en tu imaginario particular, dejando una impronta imborrable. Por supuesto, hay alguna cosa mejorable, pero nadie ni nada es perfecto. El balance no puede ser más favorable y nos encontramos ante un film que hará historia por muchas razones.

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La parábola del estilo arquitectónico sirve para retratar a una opulenta sociedad enferma que se tiene por ejemplar y sepulta sus miserias bajo los oropeles del dinero, lo cual no puede ser más actual por otra parte. Ahora los empresarios más ricos del mundo se proponen decidir el destino de la humanidad y conquistar el espacio exterior llegando a Marte para poner allí una bandera. Trump describe Gaza como un lugar en demolición con mucho potencial urbanístico y Elon Musk saluda brazo en alto al resurgimiento del fascismo.

The Brutalist nos da mucho que pensar y hace pervivir un cine con ideas seriamente amenazado por el culto a los efectos especiales. Cabe hacer un uso inteligente de la IA, pero no recurrir a ella para suplantar al factor humano en todas las facetas del séptimo arte. Un guion ingenioso, con actores en estado de gracia bajo una dirección solvente no iten sucedáneos cibernéticos. Resulta tentador analizar en detalle los hitos que jalonan el relato, pero lo mejor es inducir a ver la película sin destripar su argumento. Es un tiempo bien invertido y cualquier miniserie dura mucho más.

Respecto al uso del hormigón armado para la construcción, debo remitir al fabuloso El aprendiz, para completar el retrato del empresario triunfador.

'The Brutalist': una parábola cinematográfica que narra con acierto la barbarie del...