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Vicente I. Sánchez | @Snchez1Godotx
El pop se autodestruirá en 4, 3, 2, 1... Con este provocador título, Killer Barbies, la mítica banda viguesa de punk-rock, regresa a escena para celebrar su 30º aniversario. No necesitan demasiadas presentaciones: fundados por Silvia Superstar y Billy King, irrumpieron con fuerza en los años 90, revolucionando la escena underground con himnos como Love Killer.
Ahora publican un nuevo álbum bajo el sello Subterfuge, donde recuperan su estilo más potente y directo, pero con un giro significativo: por primera vez, Silvia Superstar canta íntegramente en español. El resultado es un disco de guitarras afiladas, estribillos contagiosos y una frescura que conecta con sus raíces sin dejar de sonar actual.
Además, coincidiendo con este lanzamiento, se ha publicado también la primera biografía oficial del grupo: Voy a matarte esta noche: la ruidosa y acelerada historia de Killer Barbies, escrita por Luis León Luri, con prólogo de Mario Vaquerizo. Un repaso intenso y desenfrenado por la trayectoria de una banda que nunca se ha dejado domesticar.
Para hablar de estos dos proyectos, nos reunimos con Silvia Superstar en su emblemático bar madrileño, Lucky Dragon. Una oportunidad única para adentrarnos en el universo de Killer Barbies.
“No creo en el amor”, “No voy a ir al cielo”... Los títulos de las canciones definen muy bien vuestro espíritu irreverente.
Silvia Superstar: Estamos encantados con la producción de este disco. Es la primera vez que lo hacemos completamente en castellano, lo cual ha sido un paso importante para nosotros. Es un trabajo muy directo, con guitarras contundentes y un sonido muy fresco. Personalmente, me recuerda a los discos de nuestra primera etapa.
La portada también tiene un significado especial: la ha diseñado Billy King, batería de la banda y alma mater del grupo junto a mí. Es un homenaje a la icónica portada del disco de The Velvet Underground, el del plátano de Andy Warhol, pero con nuestro sello: le hemos añadido una mecha de dinamita. Siempre nos ha gustado reinterpretar los clásicos a nuestra manera.
¿El título del disco sugiere que el pop está en crisis?
Queríamos provocar, hacer que la gente se preguntara: “¿Pero esto qué es?”. El mensaje es que todo debe autodestruirse para poder reconstruirse. El pop no está muerto, al contrario: siempre ha sido una parte esencial de la cultura. Y aunque venimos de la cultura serie B, serie Z y los cómics, siempre lo hemos mezclado con elementos pop. No creemos que el pop desaparezca, pero sí que necesita reinventarse de vez en cuando.
Cantar en español ha sido una novedad importante. ¿Cómo fue ese proceso?
Teníamos esa idea desde hace tiempo. Yo me encargo de las melodías; Billy, de las letras. Él quería hacerlo en castellano, y aunque al principio fui reticente porque estoy muy acostumbrada a cantar en inglés, poco a poco fui encontrando mi voz en español. Me costó, pero ahora que escucho el resultado, estoy encantada. De hecho, algunos productores me han dicho que canto incluso mejor en castellano.
Uno de los temas más potentes es “Si me quieres o si no”, versión del clásico “Should I Stay or Should I Go” de The Clash.
Sí, somos muy fans de The Clash y también de Ramones —yo soy súper ramoniana. Siempre nos gusta incluir alguna versión en nuestros discos como homenaje a las bandas que nos inspiran. Esta canción siempre nos ha encantado, y la letra que ha escrito Billy encaja perfectamente. Es muy emocionante poder cantarla en castellano.
Además, creo que nunca había escuchado una versión en español cantada por una chica. Todas las que conocía eran interpretadas por hombres. Así que esta versión tiene algo especial y único.
Me gustaría hablar también del libro Voy a matarte esta noche: la ruidosa y acelerada historia de Killer Barbies, publicado por Applehead Team Creaciones. Leyendo el libro está claro que sois una banda llena de historia. Háblanos de cómo empezaste en Killer Barbies.
Siempre tuve muy claro a qué me quería dedicar. En el colegio, la verdad, no prestaba mucha atención porque no me interesaba. Estudiaba porque no me quedaba otra, pero lo que realmente se me daba bien y me hacía disfrutar era todo lo relacionado con lo creativo. Desde pequeña me encantaba la música, bailar, cantar, hacer el payaso... crear, en definitiva.
Tuve bastantes conflictos con mis padres, sobre todo con mi padre, porque no entendía mi forma de ver la vida. Hasta que me fui de casa con 18 años, no pude hacer realmente lo que quería. Ya había conocido a Billy, que también era músico. Yo tocaba la guitarra y había cantado en el último disco de Aerolíneas Federales. Pero sentía la necesidad de hacer mis propias canciones, y en Aerolíneas ya había gente que componía, así que no había mucho espacio para mí.
Con Billy encontré el tándem perfecto: él hacía las letras, yo componía la música. Creamos un grupo con una estética propia, muy ligada a nuestro universo fantástico. Hacíamos las canciones que queríamos, sin filtros. Creo que en la vida hay que perseguir lo que te mueve, lo que te hace sentir. Si trabajas en algo que no te gusta, te apagas. Por eso es tan importante estar enfocado en lo que realmente te hace feliz.
Me encanta la parte del libro en la que contáis cómo conocisteis a Iggy Pop durante vuestra gira por Alemania.
En ese momento ya habíamos sacado el primer disco en Alemania. Iggy Pop venía a hacer una gira por allí y nos eligió como teloneros. Luego también se unió Michael Monroe, de Hanoi Rocks, que es maravilloso. Somos superfans de Iggy desde los tiempos de The Stooges, así que fue un auténtico sueño tocar con él.
Verlo cada noche en el escenario era una lección total. Su presencia, su actitud, cómo se come al público... me dejaba con la boca abierta. El primer día, nuestra tour manager nos dijo que Iggy quería conocernos. ¡Imagínate! Fuimos a su camerino, estaba con su mujer, nos invitó a una copita de vino tinto y nos contó que había estado en Vigo, comiendo ostras. Encantador.
El último día también nos invitó a su camerino de despedida. Me hice una foto con él que guardo con muchísimo cariño. Me agarró por la cintura y fue como: ¡guau! Lo que más me impresionó fue su presencia: solo entrar en la sala, ya se notaba que estaba allí. Tiene ese halo de artista total. Soy muy fan, ¿qué te voy a decir?
También es muy interesante que rodasteis dos películas con Jess Franco. ¿Cómo fue esa experiencia?
Trabajar con Jess Franco fue maravilloso. Aunque en España mucha gente no lo conoce —y eso que le dieron un Goya de Honor antes de morir—, él hizo un tipo de cine muy particular: serie B, incluso serie Z, con presupuestos bajísimos y una estética muy suya.
Nosotros siempre hemos sido fans del cine de terror, del gore, del exceso... así que cuando nos propuso hacer una peli con Killer Barbies, fue increíble. Acabamos haciendo dos películas con él. Fue una gamberrada total: el rodaje, el equipo, el ambiente. Aunque él era bastante estricto trabajando, muy claro con lo que quería. Podía ser un poco cascarrabias, pero nos entendíamos bien.
Trabajaba rápido, una o dos tomas como mucho. Y esa actitud punk que tenía conectaba mucho con nuestra manera de ser. Eso sí, en ese momento Billy y yo pasábamos por una crisis, así que también hubo momentos complicados, que contamos en el libro. Pero fue una experiencia brutal, y la recuerdo con mucho cariño.
También hablas en el libro sobre el final de la relación con Billy King...
Hay parejas que rompen y no quieren volver a verse. No fue nuestro caso. Compartimos mucho, tanto bueno como malo. Tener a tu pareja en el grupo es maravilloso porque compartes todo: viajes, inspiración, ideas... Billy y yo vivíamos juntos, veíamos pelis, salíamos, montábamos bares. Era fácil crear juntos.
Pero durante una de las giras en Alemania nos separamos definitivamente. Ya habíamos pasado por otras crisis, pero esta vez fue la ruptura real. A la vuelta intentamos seguir con el grupo, pero no funcionaba. No había buen rollo. Incluso hicimos algún viaje para tocar en Japón, pero estaba todo muy forzado. Al final, el grupo quedó en pausa.
Años después, lo intentamos otra vez para el 25.º aniversario de Subterfuge, pero tampoco salió bien. Las rencillas seguían ahí y, cuando los temas personales se meten en el escenario, mal asunto. Al final, esto se trata de disfrutar.
Ahora trabajamos de otra manera: yo hago las melodías en casa, se las paso a Billy, que escribe la letra. Luego las vemos juntas. A veces me gustan, a veces no, y las vamos puliendo. Me siento cómoda con su trabajo porque siempre piensa en mí al escribir. En castellano me cuesta un poco más, pero ahí seguimos, con la misma ilusión de siempre. Porque sin ilusión, ¿qué haces?
¿Killer Barbies sigue siendo igual de transgresora que en su momento?
La rebeldía sigue ahí. Para mí tiene que ver con la actitud, con cómo enfrentas la vida y tus decisiones. Todo ha cambiado mucho: cómo se consume música, cómo se graba, cómo se ve el cine... Pero sigue habiendo bandas cañeras, con actitud, con mensaje, y eso es lo importante. La rebeldía no tiene edad ni fecha de caducidad.
Muchas gracias, Silvia. Nos vemos en los escenarios.
