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Pablo D. Santonja | @datosantonja
La Estatua de la Libertad es uno de los símbolos más reconocidos del mundo, una representación de la libertad y los ideales democráticos de Estados Unidos. Sin embargo, pocos conocen la historia detrás de su creación y el hombre visionario que la hizo posible: Frédéric Auguste Bartholdi. En un homenaje a esta monumental obra y su creador, Norma Editorial ha publicado La Estatua de la Libertad. El sueño de Bartholdi, una novela gráfica escrita por Salva Rubio e ilustrada por Eduardo Ocaña. Esta obra combina arte e historia para explorar el contexto, las emociones y los desafíos de un proyecto escultórico que marcará al mundo occidental.
Frédéric Auguste Bartholdi nació en Colmar, Francia, en 1834, y desde joven mostró una gran pasión por las artes y los proyectos de gran escala. En 1865, el político francés Édouard René de Laboulaye propuso la idea de un regalo de Francia a los Estados Unidos para conmemorar su independencia y los valores compartidos de libertad y democracia. Bartholdi tomó esta inspiración y dedicó su vida a diseñar un monumento que simbolizara la "Libertad Iluminando el Mundo".
La novela gráfica narra no sólo el proceso técnico de la construcción de la estatua, sino también el contexto histórico y político de finales del siglo XIX
La novela gráfica narra no sólo el proceso técnico de la construcción de la estatua, sino también el contexto histórico y político de finales del siglo XIX. A través de las páginas, el lector acompaña a Bartholdi en su lucha por hacer realidad su ambición, desde la búsqueda de financiación hasta la colaboración con el ingeniero Gustave Eiffel, quien diseñó el esqueleto interno que sostiene la colosal figura; los enlaces con Pulitzer, y la prensa escrita que serviría para arengar a los ciudadanos a poner su granito de arena económico vista la pasividad de los millonarios; y plantea una teoría de cuáles fueron las inspiraciones que llevaron al diseño actual de la estatua.
Salva Rubio crea una guía rápida que abarca 30 años, explorando dudas, sacrificios y determinaciones frente a los desafíos técnicos y culturales. Por su parte, las ilustraciones de Eduardo Ocaña destacan por su meticulosa atención al detalle. Desde las bulliciosas calles de París hasta los astilleros de Nueva York, cada viñeta captura con precisión los escenarios donde se forjó la estatua. Los tonos cuidadosamente seleccionados refuerzan las emociones de la narrativa, oscilando entre los cálidos matices de los momentos íntimos y los fríos contrastes de las escenas monumentales.

El diseño de Bartholdi para la estatua está cargado de simbolismo: una figura femenina, vestida con una toga clásica, sostiene una antorcha que representa la iluminación y una tablilla con la fecha de la Declaración de Independencia de los Estados Unidos. Las cadenas rotas a sus pies son un recordatorio de la abolición de la opresión del pueblo oprimido (y la abolición de la exclavitud, reciente en aquella época).
El proyecto no estuvo exento de dificultades. Mientras Bartholdi trabajaba en la escultura en Francia, los estadounidenses luchaban por recaudar fondos para la base, una tarea que involucraba donaciones públicas, espectáculos de beneficencia y campañas de diferente índole. Finalmente, la estatua fue ensamblada y presentada al mundo el 28 de octubre de 1886, en una ceremonia liderada por el presidente Grover Cleveland.
Norma Editorial presenta este ventana a la historia de occidente, narrando el hito histórico de una iconografía que viajará por todo el mundo, y se convertirá a lo largo de la historia en simbolismo y faro para muchos ideales, los cuales, ya se han encargado los propios Norteamericanos de viciar a lo largo de los años.