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Ángel Monedo |
No recuerdo haber presenciado antes una complicidad tan profunda entre dos artistas masculinos de bandas diferentes sobre un escenario, creando una aventura musical desde la intimidad. Apostaron su tiempo, dinero y esfuerzo para llevar a cabo la creación de su disco Nuevos Bosques. Este experimento lo pudimos disfrutar en la Sala But, como parte de la programación de Inverfest 2025.
Debo confesar que la primera impresión de las canciones, al escucharlas previamente, me había dejado algo decepcionado. Sin embargo, en vivo, la sonoridad de una banda extensa logró ganar fuerza y vitalidad, iluminando el ambiente del público. La audiencia, de una edad media más avanzada, parecía estar compuesta por fieles seguidores de letras intimistas y personales, sumidos en una profunda melancolía de sentimientos.

El concierto comenzó con un sincero Ricardo Lezón expresando su agradecimiento por la presencia del público y la emoción de reencontrarse con ellos. El dúo, con una propuesta musical tan diversa, ofreció una mezcla de sonidos: uno inclinándose hacia el folk y el pop, y el otro hacia una parsimonia suave. A medida que el espectáculo avanzaba, el repertorio incluía canciones como Lluvia y truenos y, especialmente, La carta y Por fin los ciervos, en las que Ricardo alcanzó un nivel de sensibilidad interpretativa encomiable. Las melodías pausadas fueron acompañadas por la madura voz de McEnroe, quien, junto a su compañero, lucía su chaqueta vaquera, creando una atmósfera de cercanía.
Escuchar sus letras, como esa en la que hacen referencia a “la bondad, sin pozos ni esquinas”, se convierte en una alegoría de las relaciones sociales. Además, nos hablaron sobre su proceso creativo, destacando que este disco fue autofinanciado a través de su propio sello y producido por ellos mismos. Su música nos recuerda a un baile que llevan haciendo "desde hace mil años", un estilo que podría considerarse un "Tom Waits español".
Entre los músicos que los acompañaban estaban Marc Clos, percusionista, y Riqui Lavado, batería, quienes aportaron a la riqueza sonora del espectáculo. Entre las canciones interpretadas, escuchamos temas como Niño aún, una pieza que evoca memorias de un tiempo pasado y que requiere varias escuchas para profundizar en su significado.

Una anécdota interesante surgió durante el concierto, cuando mencionaron una canción que Ramón grabó en 2010 por pura casualidad, debido a una sesión de grabación que no estaba funcionando. "Estábamos allí, en un estudio con Santi García, el productor con quien he trabajado en varios discos. Después de dos días de no conseguir nada, él me dijo: ‘Vamos a hacer otra cosa porque, si no, nos vamos a arrancar la cabeza’. Y así, en 15 minutos, grabamos la canción que, con el tiempo, se convirtió en un éxito". Ramón recordó cómo esa canción se mantuvo entre las más escuchadas y cómo, en 2015, con el lanzamiento de Rompehielos, logró superar esa fase, aunque de manera inesperada.
Más allá del repertorio esperado, nos regalaron guiños cómplices. Primero, solos a la guitarra, los dos interpretaron Te debo un baile de Nueva Vulcano, y luego, una revisión libre de Asfalto (libres los animales) de McEnroe, a cargo de Ricardo. Después, la banda al completo interpretó dos hermosos temas de The New Raemon: Caen los árboles y Lo bello y lo bestia.