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sábado. 07.06.2025
PIONERO DEL FLAMENCO

'Sabicas', el gitano de Pamplona que conquistó el mundo y se apagó en el Bronx

Maestro gitano de Pamplona que hizo de la guitarra flamenca un arte universal.

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Celín Cebrián | @celincebrianvaliente

Agustín Castellón Campos, Sabicas, nació en el número 4 de la calle Mañueta de Pamplona, en 1912. Digamos que vio la luz entre gitanos y en los Sanfermines, en la ciudad que Hemingway popularizó en sus escritos. De pequeño, ya fuera en Jarauta, Arrochatea o Villava, lugares donde vivió en su infancia, la guitarra ya le acechaba por aquellos años aunque no tuviera ni fuerzas para levantarla. Su primera sonanta (guitarra en caló) se la compraron sus padres con 17 pesetas. Y, dos años después, se estrenó en el teatro Gayarre, donde tocó con motivo de la celebración de una jura de bandera. A partir de ahí, Sabicas, que se había ganado el apodo por su afición a las habas crudas (el Niño de las Habicas), no pudo apartarse más de las seis cuerdas.  Cuando contaba con 10 años, lo descubrió Manuel Bonet, que no tardó en hacerle debutar en el teatro Eldorado con la compañía de la Chelito, causando una gran sensación en Madrid. En este sentido, no podemos olvidarnos de la relación que tuvo el chaval con el maestro Ramón Montoya, pariente de su madre, si bien en los años treinta, se produjo  en él un cambio radical en el trabajo como acompañante de los cantaores, ya se tratara de Juanito Valderrama, Estrellita Castro, la Niña de la Puebla, la Niña de los Peines, el Carbonerillo o de Antonio el Niño de la Calzá, que le ayudarían a concebir un toque mucho más personal, con una técnica con la mano derecha inconfundible. Digamos que con su tío Ramón aprendió la vertiente clásica (el manejo de la mano izquierda y, con ello, vinieron los acordes, arpegios y trémolos) y con Manuel Gómez Vélez el Niño de Huelva, se empapó de la vertiente gitana.

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Morente - Sabicas

Como asegura Ángel Mora Ródenas, ha llegado el momento de hacerle un hueco a uno de los grandes que revolucionaron la historia de la música, ya que, a veces, caemos en la tentación de magnificar lo que se hace fuera y no ponemos en valor lo que tenemos en casa. Y añade: ―”Sabicas es el gran olvidado, con el hándicap de ser gitano, tocar flamenco y haber nacido en Navarra. Eso por un lado; por otro, el de ser el primero en conseguir que la guitarra no fuera solamente un instrumento de acompañamiento, ya que, con él, la guitarra pasó a ser el instrumento solista, de tal modo que cuando lo escuchamos no damos crédito y pensamos que todo eso chorro de música, de sonido, de luz…, es casi imposible que salga de un solo instrumento”. Paco de Lucía, uno de los mayores exponentes de la guitarra flamenca, siempre reconoció su deuda con Sabicas, como también lo hizo Enrique Morente, otro genio de la música flamenca,  que se atrevió a reivindicar su legado y viajó a América para rogarle al maestro la posibilidad de hacer una obra conjunta y que al final dio como resultado la obra Morente & Sabicas, Nueva York /Granada, un disco imprescindible. Pero toda esa pasión por una de las figuras más respetadas del género, todo ese fervor, hay veces que se queda en nada, porque, si echamos cuentas, llegamos a la conclusión de que la discografía de uno de los grandes de la guitarra del flamenco es casi totalmente desconocida, bien sea por las confusas ediciones que ha sufrido bajo títulos dispersos, fechas y datos incorrectos, por tratarse de trabajos descatalogados… Lo cierto es que, a veces, querer adentrarse en la obra de Sabicas  es como saltar un muro infranqueable.  Hay quienes aseguran que el último disco que grabó se halla en el fondo del mar. Espero que lo recuperen los “cazatesoros”.

DE SABICAS A GRANADA Y DE MORENTE A NUEVA YORK
De Sabicas a Granada, de Morente a New York.
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El punto de inflexión en su vida llegaría con la Guerra Civil, con una mirada al exterior y con las ideas claras. Porque, de no ser por la guerra, nunca hubiera abandonado España. Como él solía decir “no me hubiera obligado a salir de mi país ni la Guardia Civil”. Cruzó el charco pero no se fue como un exiliado. Fue primero a Marbella, donde cogió un barco que salía para Buenos Aires, con quince flamencos más. Carmen Amaya ya estaba en Argentina. Juntos marcaron tendencia. La nueva América emergente bullía en actividad. Ganaron grandes sumas de dinero. Aquí, hay un momento en el que Agustín se sincera: ―”No estaba enamorado de ella. Yo amo a todas las mujeres en general. Amo a cada una. Estaba enamorado del genio de Carmen”. Más tarde se trasladaron a México. En 1945, Carmen Amaya y él lo dejaron. Según escribe La Razón “el único guitarrista del mundo que podía seguir el malabarismo, la fuerza y la improvisación de Carmen, era él. Su punteo podía igualar en rapidez y fuerza el zapateo frenético de la bailaora, que era un puro manojo de nervios”. Y fue con ella con quien fue por primera vez a Nueva York, lugar que acabó conquistando y donde se asentó, llegando a actuar con grandes artistas de la época. Nueva York fue la ciudad de su carrera en solitario, tocando en los clubes de Manhattan. En ella grabó nada más y nada menos que 55 discos.  Así que acabó instalado en la Gran Manzana sin aprender ni una palabra de inglés: ―”Ni Dios lo quiera”, se justificaba Agustín. Y aseguraba que “sólo sabía tres palabras en inglés y no entendía ninguna de las tres”. Y remataba: ―”A los artistas nos gusta estar donde hay dinero”.  A partir de ese momento, se convirtió en el guitarrista solista de flamenco que ponía patas arriba los grandes teatros. El guitarrista Juan Maya “Marote”, que llegó a conocerlo por aquella época, dijo: ―”Un día Sabicas me abrazó y me dijo que se quería ir para España, que allí no había más que rascacielos… Yo le dije que no se fuera a esas alturas, que era un monstruo y Odría conseguir lo que quisiera… Menos mal que le tenía miedo a los aviones...  Cuando llegó a Madrid empezó a llorar en medio de la calle”. Como afirma Pepe Habichuela: “Agustín era un gitano antiguo para algunas cosas”. José Mercé recuerda que “él tenía 13 años y que estuvieron tocando y cantando en el Café de Chinitas”. Y a continuación,  con total seguridad, afirma: ―”Era un gitano de postín. Todavía recuerdo aquel garbanzo de diamante que llevaba en la corbata. Su forma de tocar tenía una fuerza increíble”. Fue en Nueva York donde también lo descubrió Paco de Lucía, durante una gira con el bailarín José Greco. Según unas declaraciones recogidas por Juan José Tellez, dijo: “Allí descubrí a Sabicas y a Mario Escudero, porque en España, por esa época, mamábamos del Niño Ricardo. A Sabicas casi no lo conocían aquí”. En la contraportada de un disco editado por el maestro de Pamplona de 1961, podía leerse: “Sabicas vive constantemente entre flamencos, tanto sea en Nueva York, durante sus viajes o en su casa de México. Se pasa el día tocando y le agrada recibir la visita de otros guitarristas para enseñarles  sus originales falsetas, aunque sabe perfectamente que nadie más que él puede tocar sus variaciones debidamente”.  Sabicas fue el eslabón entre la guitarra flamenca y el toque actual. Y Juan José Téllez lo corrobora: ―”Yo hasta que descubrí a Sabicas, pensaba que Dios era el Niño Ricardo, pero cuando lo conocí me di cuenta que en la guitarra había algo más…, un sonido que nunca había oído, una limpieza de sonido inconfundible, y una velocidad desconocida hasta ese momento. En definitiva, una manera diferente de tocar”. Todo esto sin perder de vista la importantísima relación que tuvo el maestro Agustín Castellón con los grandes músicos del jazz de la talla de Charles Mingus, Ben E King, Thelonius Monk o Miles Davis, años en los que fue tratado como uno más de ellos por las discográficas, que distribuyeron sus grabaciones por todo el mundo.  Hasta que en 1966 llega el primer intento de fusión y nace Rock encouter (Polygram), junto a Joe Beck. Los resultados no fueron satisfactorios según nuestro protagonista que, en aquellos momentos, llegó a decir: ―”A mí no me gusta el rock ni el jazz. Lo hice porque mi hermano Diego quería que abarcase otros campos para vender más”. A pesar de los pesares, el disco abrió el camino para la “fusión”, que otros han llegado a tildar de “confusión”, y que tanto influyeron a Morente, Smash, Triana o a Pata Negra, creando la base para ese nuevo flamenco que a él, en la mayoría de los casos, no le gustaba. Rock Encounter se grabó en 1966 y fue la primera aproximación del Rock al flamenco. Se grabó en los estudios  A&R, en la 7ª avenida de Nueva York, aunque tardaría  en salir al mercado. Contó con un elenco de gran altura: Sabicas, a la guitarra flamenca; Joe Beck, guitarra eléctrica; Diego Castellón (hermano de Agustín), guitarra; Tony Levin, bajista entre otros de John Lenon, King Crimson, Robert Fripp o Peter Gabriel; Donald McDonald, batería de Frank Zappa o Jimi Hendrix; Warren Bernhardt, teclados de Steely Dan, Simon y Garfunkel, Bill Evans o George Benson; Domingo Alvarado, cantaor y Carmen La Chuny, bailaora. El flamenco de verdad es aquel que nos remueve la sangre y no se queda atascado en nuestros oídos. Llega directamente al alma. Es esa música que reúne variedad y capacidad emotiva. El artista, cuando actúa, no tiene por qué verse forzado a demasiados encajes de bolillos o laberintos por donde el duende se pierda. Los estudios de grabación o el Rock sajón suelen carecer de dichos tempos, algo que nos lleva o nos dice por qué muchos de los mejores artista del flamenco no han quedado registrados para la posteridad, sino que más bien han quedado en el recuerdo de los que buscamos los duendes.

SABICAS Y PACO DE LUCIA
Sabicas y Paco de Lucía.

En 1967 regresó a España. Volvía periódicamente. Veinte años después, se le tributó un homenaje en Madrid a nivel nacional, que le abrió las puertas del Teatro Real. Cinco años antes, en 1982, Pamplona ya le había dedicado sus Sanfermines. A principio de 1990 la noticia sentó como un jarro de agua fría: “Sabicas se apaga”. El 14 de abril de ese mismo año  moría en Nueva York. Se iba el gitano de Pamplona.

Los LP´s de su biografía son muchos. A destacar… Sabicas y Escudero (Zafiro, 1972), Tres guitarras tiene Sabicas  (Hispavox, 1984), SABICAS (Adiós a la guitarra) Maestros de la Guitarra Grabaciones (Hispavox, 1990), Sabicas Variaciones Granadinas (1950), Sabicas y Paco de Lucía (1989), Sabicas con Joe Beck- Rock Encounter (1970), Fantasía Inca (1973), Caña de Azúcar (1972), Milonga Flamenca (2003), Punta y Tacón (2010), Capricho Español (2014)… La lista es interminable. Al escuchar estas grabaciones nos damos cuenta en seguida de que nos encontramos ante un extraordinario concertista de guitarra flamenca y un compositor de altura. En “Punta y tacón”, el maestro puntea una malagueña de Chacón como nadie. También tiene obras clásicas, La Cumparsita o El Gato Montés, así como obras con sones de la música popular entre las que hay Sevillanas, Ritmos de Paraguay o  la pieza Reflejo andaluz, que está basada en el cante de Manolo Caracol “Carcelero, carcelero…”. En suma una demostración de habilidad, limpieza y sentimiento en todo su repertorio que reflejan la maestría que tenía con la guitarra flamenca y el dominio de la técnica. Como dice en LP Maestros del Flamenco Paco de Lucía “El revolucionario del toque”,   editado por la compañía Philips en 1988 “La guitarra, que fue morisca y también castellana al decir del Arcipreste de Hita, se convirtió en flamenca con El Peinero y Rodríguez El Murciano, con El Planeta y Juan Breva, y creció en riqueza expresiva y jonda en manos de Paco El Barbero, El Maestro Patiño y Paco de Lucena, para hacerse universo de música cuando la tocaron Javier Molina, Ramón Montoya y Sabicas”.

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Estamos hablando de uno de los papas del arte jondo, el mismo que transformó el toque, todavía un tanto primario, elemental, de los Montoya y los Molina, con una música mucho más rica y compleja, al tiempo que abrió el mundo a los sonidos de ese instrumento maravilloso. Está claro que sin él la guitarra flamenca no sería hoy en día lo que es. En su tiempo dejó estupefactos a los entendidos. Aportó técnicas tremendamente complicadas, de enorme dificultad y, a la vez, compuso música de una inaudita belleza. Muchos intentaron descubrir el secreto de la música de su guitarra, pero pocos lo consiguieron, convirtiéndolo desde Nueva York en el Rey del Flamenco, desde donde su leyenda se expandió por todo el planeta. Andrés Segovia lo vio tocar y quedó fascinado con su particular técnica: ―”El alzapúa hay que hacerlo con un dedo solo, Hazlo otra vez. Vuélvelo a hacer”, le repetía… Pero el genio de un artista no se explica con una técnica. Murió en América con ganas de instalarse en Madrid junto a la plaza de los toros.


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