
A finales del siglo XIX era evidente que el socialismo europeo estaba profundamente dividido entre la ortodoxia y el revisionismo, entre la revolución y el reformismo.
El revisionismo tomó carta de naturaleza con las propuestas teóricas de Bernstein en Alemania. En 1899 publicó Las Premisas del Socialismo y las tareas de la Socialdemocracia. Bernstein pretendĆa acabar con la evidente contradicción entre las propuestas revolucionarias del SPD y la praxis polĆtica del Partido, claramente reformista. Algunas de las formulaciones del revisionismo ya se pueden rastrear en el prólogo de Engels de La Lucha de Clases en Francia de Marx, cuando expresaba que los elementos revolucionarios prosperaban mĆ”s empleando los medios legales, es decir, cuando entraban en el juego polĆtico, en el parlamentarismo, que cuando usaban los medios ilegales o subversivos. Otra influencia ideológica del revisionismo se puede encontrar en las formulaciones fabianas britĆ”nicas de reforma polĆtica y social. Bernstein pensaba que el desarrollo social podrĆa darse sin cataclismos sociales. Si la catĆ”strofe social no era inmanente a las cosas, no era necesaria históricamente. En la Ć©poca de crecimiento económico en la Europa de su tiempo no se habĆa producido lo que habĆa vaticinado Marx. AsĆ pues, el principio de inevitabilidad no valĆa ni la voluntad polĆtica de llevar a cabo la revolución social.
En el Congreso de Hannover del SPD de 1899 se debatieron las ideas de Bernstein y fueron derrotadas, asĆ como en sucesivos congresos. En el SPD se generaron tres grandes corrientes. El ala derecha, en torno a la revista āCuadernos Mensuales Socialistasā y con lĆderes como Schippel, Heine, Calwer, entre otros, defendĆa el revisionismo. El ala izquierda del Partido, representaba por Rosa Luxemburgo, Mehring y Clara Zetkin, fue tambiĆ©n derrotada en los Congresos del SPD. Dio lugar a la Nueva Izquierda, que proponĆa un planteamiento claramente revolucionario y antimperialista. Y, por fin, estarĆa la tendencia que podrĆamos calificar de centrista y que era la mayoritaria, con Kautsky como principal valedor del pensamiento marxista. Este sector, vinculado al aparato del SPD, sostenĆa un inestable equilibrio ideológico entre el programa y discurso plenamente revolucionario y la prĆ”ctica polĆtica claramente reformista, como apuntĆ”bamos mĆ”s arriba. Para Ignaz Auer, secretario del SPD, cambiar el discurso ideológico del Partido como pretendĆa Bernstein y seguir con la prĆ”ctica polĆtica pragmĆ”tica era un esfuerzo inĆŗtil y peligroso porque podĆa generar graves tensiones internas. Es curioso como Auer expresó a Bernstein que nunca debĆa haber hecho pĆŗblicas sus formulaciones, que se aplicaban en la prĆ”ctica, porque no se podĆa hacer otra cosa en un partido de masas. En conclusión, las tesis de Bernstein fueron derrotadas oficialmente, pero se aplicaban a rajatabla cada dĆa.
En realidad, Bernstein estaba plasmando la tendencia de la integración progresiva de la socialdemocracia en las sociedades y sistemas polĆticos cada vez mĆ”s democrĆ”ticos de Europa. El sufragio universal se debĆa convertir en un arma poderosa para el proletariado. AdemĆ”s, se podrĆa contar con el apoyo de una parte de la burguesĆa, ya que el desarrollo económico habĆa generado muchas diferencias internas en el seno de dicha clase, apareciendo las clases medias.
El revisionismo tomó carta de naturaleza con las propuestas teóricas de Bernstein en Alemania
Aunque la formulación teórica del revisionismo era alemana, la tendencia apareció en el resto de formaciones polĆticas socialistas. En Francia se puede comprobar en el enfrentamiento entre Guesde y JaurĆØs, en BĆ©lgica o en Italia, asĆ como en la división entre bolcheviques y mencheviques en el socialismo ruso, de tan dramĆ”ticas repercusiones para los segundos. Esta confrontación se plasmó, lógicamente, en la Segunda Internacional en los intensos debates sobre el nacionalismo, el colonialismo o la huelga.
Por otro lado, el anĆ”lisis revisionista parece claramente vinculado con la coyuntura económica de principios de siglo. Superada la gran depresión de 1873 parecĆa que el capitalismo se habĆa librado de las crisis. El socialismo podĆa o debĆa sustituir al capitalismo de forma paulatina, a travĆ©s de conquistas alcanzadas en el juego polĆtico, por reformas, sin llegar a la revolución. El pensamiento marxista mĆ”s ortodoxo respondió al revisionismo formulando la teorĆa del imperialismo, y que permitĆa salvar la cuestión de la revolución y adaptar las ideas de Marx y Engels, propias de la Ć©poca del librecambismo de la primera Revolución Industrial, a la realidad de la Segunda Revolución Industrial. El imperialismo que se vivĆa en aquellos momentos solamente habrĆa aplazado en el tiempo la crisis y el colapso final del capitalismo. Hobson, Rosa Luxemburgo y Lenin estaban detrĆ”s de esta formulación. El capitalismo se habĆa extendido gracias a la mundialización del mercado, la exportación de capitales, el expolio de las colonias, el triunfo del proteccionismo y de las concentraciones empresariales y financieras. Al final, estallarĆa una guerra mundial que posibilitarĆa la revolución.
Otro factor a tener en cuenta en relación con la aparición del revisionismo tiene que ver con un aspecto poco conocido y que se refiere al distinto grado de penetración de las ideas marxistas en los partidos socialistas que se fueron creando en el último tercio del siglo XIX. Algunos estudios han permitido comprobar que dicha penetración no fue tan intensa ni tan completa como se ha venido pensado tradicionalmente.
Por fin, habrĆa que tener presente la tendencia a la burocratización de los partidos socialistas, especialmente del SPD, una enorme formación polĆtica con innumerables organizaciones. El revisionismo serĆa la prĆ”ctica diaria de muchos dirigentes polĆticos y sindicales socialistas, aunque muchos de ellos no fueran conscientes.