
Producida la sedentarizaciĂłn y tras la apariciĂłn de las ciudades (como por ejemplo, o casi como Ășnico caso, quizĂĄs, la fenicia Gadir, fundada en el siglo VIII a. C. por colonos provenientes de la ciudad de Tiro en la costa suratlĂĄntica de la penĂnsula IbĂ©rica, la actual CĂĄdiz, entonces autĂ©ntico emporio comercial desde el que primero los dichos fenicios y luego los descendientes de ellos, los cartagineses, ejercieron el control de la riqueza en plata y estaño del interior peninsular), con la generalizaciĂłn de una organizaciĂłn social, que podrĂa ser casi comparable a lo que hoy entendemos por Estado, y con el inicio del uso de la escritura, no sĂłlo como forma de expresiĂłn, sino, y sobre todo, como instrumento de poder y organizaciĂłn, digamos, España, que ya podemos hablar de historia antigua, de Edad Antigua, en las tierra donde acabarĂĄs brotando. Estamos en la segunda mitad del I milenio a. C., y llegan los romanos.
Siglo III a. C. Los romanos y los cartagineses se las tienen tiesas por el dominio del MediterrĂĄneo. Año 228 a. C., en el sureste peninsular, en la actual comunidad autĂłnoma de la RegiĂłn de Murcia, los cartagineses fundan una ciudad portuaria mediterrĂĄnea, Cartago Nova, despuĂ©s de que nueve años antes irrumpieran en la PenĂnsula y llamaran a tus tierras Ispanya, que no sabemos a ciencia cierta si con ello quisieron aquellas gentes decir que habĂan llegado a la âTierra del norteâ o si tal palabra quiere decir âIsla, o Costa, donde se baten o forjan metalesâ. Año 218 a. C., los romanos desembarcan en la ciudad fundada por los griegos hacĂa tres siglos en el noreste de la penĂnsula IbĂ©rica, en Ampurias, en lo que hoy es la provincia catalana de Girona. Año 209 a. C., Roma conquista Cartago Nova y tres años mĂĄs tarde Gadir, para dominar el este y sur peninsulares.
Siglo II a. C. Los romanos avanzan hacia el centro y el oeste, no sin resistencia, como la que les dan los lusitanos dirigidos por su caudillo Viriato, o como la de los celtĂberos, que convierten entre el 143 y el 133 a. C. a la ciudad de Numancia, junto a la actual Soria, en la capital del mundo resistente ya para siempre. Numancia: ya tienes España algo para cuando quienes se quieran apoderar de tu esencia, para explicarse ante el Universo, necesiten mitos y realidades.
Ăltimos años del siglo I a. C. SĂłlo cĂĄntabros y astures, en el norte peninsular, resisten a Roma: es el final de la conquista de la penĂnsula IbĂ©rica por los romanos, definitivo cuando el 19 a. C. el mismĂsimo emperador romano Augusto, el primer emperador de Roma, encabeza el ejĂ©rcito que vence en las Guerras CĂĄntabras.
DetengĂĄmonos un momento en tu nombre, España. Los romanos bautizarĂĄn tu territorio con el nombre de Hispania al menos desde el año 200 a. C., pues asĂ convirtieron en latĂn la Ispanya de sus enemigos de Cartago, pero entendiendo equivocadamente que los cartagineses querĂan decir con ello âTierra de conejosâ.
Y te llamaron Hispania, mucho antes de serlo, y a tus tierras la RepĂșblica de Roma las dividieron, antes de conseguir conquistar la PenĂnsula por completo, en el siglo II a. C., en dos provincias, Citerior, con capital en Tarraco (hoy Tarragona), y Ulterior, con capital en la actual CĂłrdoba (entonces Corduba). En el 27 a. C., el Imperio reorganizĂł Hispania creando las provincias de Lusitania y BĂ©tica, que es como desgajĂł lo que habĂa sido la de Ulterior y denominĂł Tarraconense a la Hispania Citerior. A comienzos del siglo III, ya despuĂ©s de Cristo (a partir de ahora, lo que te cuento sobre ti ocurre d. C., es decir, despuĂ©s de Cristo), los romanos desgajaron de la Tarraconense la que habrĂa de llamarse Gallaecia y ya en el siglo IV crearon tambiĂ©n sacĂĄndola de la cada vez mĂĄs pequeña Tarraconense la Cartaginense, que incluĂa las islas Baleares, las cuales, por su parte, a fines del siglo IV pasaron a ser una provincia propia, Balearica, centuria esta la IV en la que asimismo el norte de Ăfrica pasĂł a ser parte de Hispania con el nombre de Mauritania Tingitana.
CabrĂa preguntarse, como en la hilarante pelĂcula La vida de Brian, ÂżquĂ© hicieron por ti los romanos, España, por aquellos tiempos Hispania? Una buena respuesta no puede eludir la razĂłn de que Roma viera en ti un decidido interĂ©s colonial, que no era otra que tus riquezas, sobre todo mineras, lo que se tradujo en, eso sĂ, y eso es lo que Roma hizo por ti, España avant la lettre, esparcir sobre tus tierras y tus habitantes su lengua y su cultura, es decir forjar por medio de aquel proceso de aculturaciĂłn la llamada romanizaciĂłn, esencialmente plasmada en la expansiĂłn del latĂn y del Derecho romano, en la creaciĂłn de una importante red de comunicaciones y en la erecciĂłn de una notable cantidad de obras pĂșblicas. Algo fundamentalĂsimo, ya lo veremos, que tambiĂ©n aportĂł Roma a aquellos hispanos tuyos fue el cristianismo, arraigado en el resto del Imperio desde el siglo II.
La crisis que el mundo romano viviĂł en el siglo III no pudo por menos que afectar a Hispania y se escenificĂł en un decaimiento del mundo urbano, asĂ como en una apertura mayor de la zanja que separaba a los poderosos de los humildes. Es asĂ que, en medio del lento desbarajuste imperial que darĂa en caĂda y en desapariciĂłn del mayor poder de Occidente, a comienzos del siglo V comenzarĂĄ la entrada en la penĂnsula IbĂ©rica de los pueblos bĂĄrbaros, germĂĄnicos ellos, dĂganse vĂĄndalos, alanos y suevos, si bien sĂłlo estos Ășltimos se asentaron en tus tierras, en Galaecia para ser mĂĄs exactos. Pocos años despuĂ©s, en el año 416, llegaron a la penĂnsula IbĂ©rica otros germanos, los visigodos, como una especie de policĂa imperial enviada por Roma para detener o expulsar a los (demĂĄs) bĂĄrbaros, aunque su establecimiento definitivo en Hispania no se produjo hasta el siglo VI, cuando ya hacĂa años que el Imperio romano de Occidente habĂa dejado de existir.
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