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sábado. 07.06.2025
TRIBUNA

Feijóo descarta la moción de censura. (¿Prudencia o miedo al fracaso?)

Feijóo se está quedando sin margen. Cada decisión táctica que toma parece más dictada por el miedo que por una convicción política.
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Imagen: Congreso de los Diputados.

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Por más que lo niegue o lo disfrace con grandes gestos, como la manifestación del 8 de junio bajo el lema “Mafia o democracia”, Alberto Núñez Feijóo ha tomado una decisión estratégica: no presentar una moción de censura contra Pedro Sánchez. Y no lo hace por una razón que se adivina detrás de sus discursos encendidos y su lenguaje cada vez más crispado: teme que le debilite más de lo que le fortalezca. En el fondo, es el reconocimiento implícito de que no se siente seguro ni de su liderazgo ni de su proyecto político.

Porque una moción de censura no es solo un altavoz para lanzar adjetivos contra el inquilino de La Moncloa. No basta con indignarse y denunciar. Una moción de censura obliga a algo mucho más serio: proponer. Exige tener un modelo de país, un programa de gobierno y una idea clara de qué hacer en cuestiones fundamentales como la economía, la vivienda, la política internacional o la transición ecológica. Y de todo eso, hasta ahora, sabemos muy poco por parte de Feijóo.

Es posible que en la cabeza del líder del PP revoloteen dos fantasmas que desaconsejan ese paso: el de la fallida moción de censura de Pablo Casado, que lo enfrentó a Vox y lo desgastó en la opinión pública, y, sobre todo, el de Antonio Hernández Mancha, que en 1987 protagonizó una moción contra Felipe González que fue el principio del fin de su breve carrera política. A nadie le gusta tropezar en el mismo lugar en el que otros cayeron antes.

Pero si Feijóo no se atreve ahora, con una oposición en plena ebullición y una base movilizada, ¿cuándo lo hará? ¿Qué más necesita? Su negativa a presentar una moción se interpreta inevitablemente como una confesión de inseguridad. No tiene aún una propuesta sólida que ofrecer a los ciudadanos, ni un liderazgo incuestionable dentro de su propio partido. El riesgo de salir debilitado del intento pesa más que la posibilidad de salir reforzado. Y eso, siendo honestos, suena a mediocridad política.

Feijóo está pagando el precio de haber abandonado Galicia para intentar liderar un proyecto nacional para el que ni tiene carisma ni ideas claras

La alternativa elegida —una manifestación con tintes plebiscitarios— es más cómoda, más emocional y menos comprometida. Grita fuerte pero no obliga a asumir responsabilidades. Sirve para movilizar a los fieles, pero no ofrece soluciones. Se puede asistir, desahogarse, cargar contra el adversario… y volver a casa sin tener que explicar cómo se gobernaría el país al día siguiente.

Al final, Feijóo está pagando el precio de haber abandonado Galicia para intentar liderar un proyecto nacional para el que ni tiene carisma ni ideas claras. Su perfil tecnocrático y gris, que podía resultar eficaz en la política autonómica, se diluye en el ruido de la política estatal. Y lo que en Galicia podía parecer solidez, en Madrid se percibe como debilidad y falta de audacia.

Lo cierto es que Feijóo se está quedando sin margen. Cada decisión táctica que toma parece más dictada por el miedo que por una convicción política. Y si continúa encallado entre el cálculo y la vacilación, es cuestión de tiempo que Díaz Ayuso —con más ambición, más agresividad, más carisma y más apoyo mediático— termine desplazándolo. Sobre todo si siguen saliendo las cuentas que Miguel Ángel Rodríguez (MAR) lleva tiempo esperando con calculadora en mano. Porque en política, la falta de coraje se paga. Y la mediocridad, tarde o temprano, se cobra su precio.

Feijóo descarta la moción de censura. (¿Prudencia o miedo al fracaso?)