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domingo. 08.06.2025
TRIBUNA GEOPOLÍTICA

El mundo según Trump es una lucha sin cuartel entre plutofilia y aporofobia

En el neodarwinismo social trumpista deben sobrevivir únicamente aquellos que concibe como ganadores y no hay lugar para los presuntos perdedores 

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El binomio freudiano de Eros y Tanatos, la tensión entre nuestra libidinosa querencia por sobrevivir y su antagónica pulsión de muerte, viene a encontrar un correlato bajo la óptica del más furibundo economicismo ultra neoliberal, donde todo se reduce a la lógica de un implacable beneficio que no ite verse contrarrestado por nada ni nadie. Su divisa pone de revés al imperativo categórico kantiano y predica la instrumentalización del género humano, siempre que reporte algún rédito para mi propia cuenta bancaria o la de mis escasos pares. 

La raza predominante tiene que caracterizarse por desconocer la empatía. Estos desalmados no aprecian la cultura ni el arte, salvo que puedan comerciar con ello

A todos nos asusta la menesterosidad, pero la reacción más cabal es combatirla mostrando solidaridad hacia quienes padecen privaciones, porque con ello intentamos erradicar la miseria y sus terribles consecuencias. Pero hay quien prefiere aislar y determinar a los indigentes, como si eso eliminara las causas de la indigencia, cuando más bien las promueve. La mala suerte se puede cebar con cualquiera y las circunstancias pueden volverse muy adversas. Una guerra puede cambiarlo todo de repente y dejarte a la intemperie si no siega tu vida, como también puede hacerlo una enfermedad allí donde no haya cobertura sanitaria para tal eventualidad. 

Lo suyo sería prevenir las guerras y potenciar una cobertura sanitaria universal, pero la codicia propia del usurero prefiere sacar partido de los conflictos bélicos y comercializar el tratamiento sanitario haciéndolo inasequible para la mayoría. Eso da pie a una selección poco natural en la que imponen sus reglas los más desaprensivos y menos humanitarios. El culto al dinero se superpone a cualquier otro credo y lo pone absolutamente todo a su servicio. La opulencia sería lo único que merece respeto, por muy inmorales que sean los corolarios de semejante idolatría. 

Según el Efecto Mateo, hay que despojar al pobre de sus escasas pertenencias para dárselas a quien acumula por acumular en una depredación sin fin

Quienes acumulan patrimonios descomunales están llamados a gobernar la tierra e imponer sus caprichos al resto del género humano. Según el Efecto Mateo, hay que despojar al pobre de sus escasas pertenencias para dárselas a quien acumula por acumular en una depredación sin fin. El propio planeta deja de ser un hábitat para trocarse un inmenso negocio, para explotar sus recursos naturales hasta la extenuación. 

Todo ello da pie a una mutación genética. La raza predominante tiene que caracterizarse por desconocer la empatía. Estos desalmados no aprecian la cultura ni el arte, salvo que puedan comerciar con ello. A sus ojos, la ética y el derecho son inventos de los débiles que frenan sus antojos. El gobierno debe quedar en manos de una oligarquía plutocrática que anteponga sus propios intereses y arrincone quienes no suscriban este orden de cosas. La plutofilia es un virus mortal, no solo para quien lo padece, al deshumanizarlo por completo, sino también para quienes le rodean estorbando su cancerígeno expansionismo.

El mundo según Trump es una lucha sin cuartel entre plutofilia y aporofobia