
lecturassumergidas.com | @lecturass | Por Emma RodrĆguez | Primero fueron los relatos de āAmor robadoā los que me hicieron tomar o con una creadora valiente, capaz de llamar a las cosas por su nombre, de tratar asuntos incómodos sobre la realidad de las mujeres, de abrir, en fin, el frasco de los tabĆŗes, escondido bajo llave en el cajón de la cómoda; despuĆ©s llegó āBagheriaā, un deslumbrante ejercicio de desnudamiento, de sinceridad; una bellĆsima confesión realizada a la manera de quien va rescatando las cuentas de un collar que han caĆdo y rodado por el suelo: los recuerdos, los dolores, las emociones, los deseos mĆ”s Ćntimos, las pĆ©rdidas y los recursos para superarlas.
Uno y otro libro se relacionaban, dialogaban entre sĆ, llegando a sobrecogerme cuando detectaba que el tema de una narración concreta tenĆa su correlato en una imagen, en un recuerdo de la niƱa que fue Maraini, un recuerdo seguramente perdido, sepultado y desenterrado con las herramientas de la escritura, esa escritura que duele y al mismo tiempo libera. Los ocho relatos de āAmor robadoā son relatos frĆos, distantes, irónicos en ocasiones. CrudĆsimas realidades, escenas que imaginamos representadas en cualquier teatro por su precisión, por su sencillez, por la fuerza de sus diĆ”logos certeros. La autora cuenta sin implicarse, desde lejos, el sufrimiento, el silencio, la impotencia de sus protagonistas, mujeres de nuestros dĆas que han de aceptar la carga de una tradición muy pesada: el poder y la posesión, el autoritarismo y la dominación, ejercidos por los varones durante siglos y siglos con total impunidad.
Las protagonistas de Dacia Maraini son, por tanto, portadoras de una memoria difĆcil de superar. VĆctimas de violaciones, de abusos, de humillaciones, de celos desproporcionados, parecen incapaces de defenderse, de alzar la voz, frente a la fuerza de una corriente atĆ”vica que se presenta como irremediable. La escritora elude las medias tintas, recurre a contar cada una de sus historias desde el extremo, desde la situación lĆmite, porque sabe que sólo desde ahĆ es posible despertar las conciencias, ejercer la denuncia. Una denuncia que tiene sentido en el Tercer Mundo, por supuesto, pero tambiĆ©n en los paĆses occidentales, paĆses donde se proclama y se celebra la igualdad entre hombres y mujeres mientras se siguen produciendo casos -concretamente en EspaƱa- de violencia de gĆ©nero, hay signos alarmantes de que los patrones machistas son adoptados incluso por los mĆ”s jóvenes, y se sigue minusvalorando a la mujer en los puestos de trabajo, en empresas e instituciones que desoyen su voz, sus reivindicaciones.
Maraini nos cuenta casos similares a los que nos encontramos diariamente en los titulares de prensa y que nos impresionan por su crueldad, pero la ficción le permite ir mĆ”s allĆ” de los titulares, adentrarse en los distintos planos, ejercer una durĆsima crĆtica de las deformaciones de unas sociedades enfermas, desquiciadas; asĆ sucede, por ejemplo en el titulado āLa niƱa Veneziaā, protagonizado por una modelo prematura en la que su padre proyecta sus propios deseos de Ć©xito, y que, mĆ”s allĆ” de su vileza, de su atroz resolución, se convierte en una especie de alegato contra el culto excesivo a la belleza, ācontra el eterno espectĆ”culo de la seducción erótica, tal como sugerĆan las imĆ”genes difundidas sin descanso por la publicidad y la modaā...