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martes. 10.06.2025
CINE

‘La guitarra flamenca de Yerai Cortés’: el duende tras la cámara

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Aleix Sales | @Aleix_Sales

Atrae tanto a los modernos como a los gitanos. Es la definición que se da del protagonista de C. Tangana a la cabeza. Y esta misma definición podría aplicarse a la cinta que nos ocupa, puesto que reúne las suficientes cualidades estéticas como para captar la atención de aquellos denominados “modernos” y, a la vez, apela a la sensibilidad del pueblo gitano con la historia de Yerai, el costumbrismo plasmado en pantalla y la emotiva música que se recoge a lo largo de su metraje.

Antón Álvarez se despoja de C.Tangana para poner el foco en el universo del guitarrista con el que se ha asociado creativamente y recorrer una trama familiar que le llevará a un pasaje doloroso

Para su debut en el largometraje, Antón Álvarez se despoja de C.Tangana para poner el foco en el universo del guitarrista con el que se ha asociado creativamente y recorrer una trama familiar que le llevará a un pasaje doloroso. Dice Cortés que cada una de sus canciones se inspira en las personas que han formado parte de su vida, y esta relación entre música e intimidad es la que propone Álvarez, en una estructura para nada obvia. El madrileño se empapa del legado del documental musical de Carlos Saura, pero también de otros acercamientos muy personales a figuras provenientes de la periferia como Isaki Lacuesta, y firma una propuesta libre y llamativa, pero en la que inevitablemente no todo acaba de estar bien ensamblado. Por un lado, en algún momento la estampa cotidiana puede quedar salpicada por una mirada externa tópica. Por otro, la voluntad de desviarse de una narrativa evidente o clásica -cosa que se agradece- termina por ofrecer más de una secuencia en la solamente existe un apunte, pero sin profundizar o construir una dimensión mayor del personaje y su entorno.

A ello contribuye que los (potentes) momentos musicales no casen del todo siempre, sintiéndose a veces como irrupciones. No obstante, esto es contrarrestado por el propio Álvarez, quien deja claro su buen ojo en muchos campos. En primer lugar, para encontrar personajes a retratar que desprenden luz e interés en la pantalla. En segundo lugar, para concebir secuencias, especialmente las musicales, con vigor y fortaleza en la planificación. Es de aplaudir el uso de los planos secuencias que las melodías salidas de los intérpretes y cantantes, realzadas por un poderoso uso del sonido directo. Solamente por el aplomo y atención que ha puesto Pucho (o Poncho como se oye por allí) en la puesta en escena merece la pena acercarse sin ningún prejuicio a La guitarra flamenca de Yerai Cortés, que certifica el nacimiento de un cineasta con una visión sugestiva y apreciables ideas por pulir. Los que lo hagan, conocerán a un músico de incuestionable duende y lo que hay detrás de lo que comparte con el público. Y aunque no todo el mundo se sienta interpelado por su contenido, de bien seguro que los modernos, los gitanos y, en general, cualquier persona que conecte con el cante jondo y el flamenco notarán su alma rasgada como las cuerdas de su guitarra.

‘La guitarra flamenca de Yerai Cortés’: el duende tras la cámara