
En un texto, ya clĆ”sico, del profesor Joan Benach Ć©ste afirmaba rotundo que āson las clases sociales mĆ”s desfavorecidas las que mueren antes, enferman mĆ”s, y tienen con mayor frecuencia hĆ”bitos perjudiciales para la salud y peor calidad de vidaā. Las desigualdades en salud son uno de los mejores indicadores para valorar los logros sociales de un paĆs. Este experto lo tiene muy claro: la desigualdad perjudica seriamente la salud. En un artĆculo mĆ”s reciente defiende que āsin salud no hay libertad y sin libertad no hay saludā.
Este mismo autor, junto con Montse Vergara y Carles Muntaner, publicaron en 2008 un excelente trabajo en el que afirman que la desigualdad en salud es la mayor epidemia del siglo XXI, la principal āenfermedadā que asola nuestro planeta. La globalización capitalista āha ensanchado las desigualdades sociales y de salud hasta extremos jamĆ”s conocidos en la historiaā. En este tiempo de inmoralidad y barbarie (donde domina la codicia y se idolatra el dinero) la pobreza y las desigualdades son inmensas, escandalosas. Es evidente que la pobreza afecta a nuestra vida y a nuestra salud: ālos pobres enferman en mayor proporción y mueren antes que los ricosā. En Uganda, 200 de cada 1.000 niƱos nacidos en los hogares pobres mueren antes de cumplir los cinco aƱos, mientras que en los paĆses ricos sólo mueren siete de cada 1.000. Pero tambiĆ©n ālas Ć”reas mĆ”s pobres de la ciudad de Glasgow tienen una esperanza de vida 28 aƱos menor que las zonas mĆ”s ricas de la ciudadā.
Hay mĆ”s bibliografĆa que avala la relación entre desigualdad y salud. Los economistas y epidemiólogos britĆ”nicos Richard Wilkinson y Kate Pickett demostraron en su libro "Desigualdad. Un anĆ”lisis de la (in)felicidad colectiva" (2009) que existe una clara relación entre la desigualdad en paĆses de renta alta y la incidencia de problemas sociales y de salud (disminución de esperanza de vida, aumento de la mortalidad infantil, aumento de obesidad y de la patologĆa cardiovascular, incremento de patologĆa mental y consumo drogas, aumento de la violencia, mayor porcentaje de suicidios, etc.). El libro "Por quĆ© la austeridad mata, El coste humano de las polĆticas de recorte" (2013) de Stuckler y Basu, incide en las mismas claves: la recesión global y el incremento de la desigualdad afectan claramente al bienestar fĆsico y mental de los ciudadanos.
Las desigualdades sociales han crecido de manera espectacular, a ambos lados del AtlĆ”ntico Norte, en las Ćŗltimas dĆ©cadas, con la aplicación de las polĆticas ultraliberales iniciadas por el tĆ”ndem demonĆaco Reagan-Thatcher, y que sus actuales seguidores aplican con diligencia en beneficio de la casta dirigente y perjudicando a la mayorĆa social. Un informe de la Fundación 1Āŗ de Mayo revela que las polĆticas de recortes aplicadas en este paĆs han intensificado la pobreza hasta alcanzar el 27 % de la población. Y lo mĆ”s terrible es que, en este contexto, tener empleo ya no es una salvaguarda ante las situaciones de pobreza; de hecho el 12 % de la población ocupada vive en hogares por debajo del umbral de la pobreza: existen cada vez mĆ”s los ātrabajadores pobresā.
Frente a las condiciones impuestas por las Ć©lites económicas y polĆticas dominantes hay una creciente conciencia de la necesidad reducir la desigualdad social pues la actual situación, injusta y cruel, puede provocar, a corto plazo, situaciones de grave conflictividad social. Las desigualdades en salud tambiĆ©n pueden reducirse y existe suficiente evidencia para afirmar que ālos sistemas sanitarios universales, con propiedad y gestión pĆŗblicas, basados en la atención primaria y una elevada calidad de prestaciones, no sólo ofrecen mejores resultados de salud sino que tambiĆ©n son mĆ”s eficientes, equitativos y humanosā (Benach).
La privatización y mercantilización de la sanidad no se realizan por la bĆŗsqueda del bien comĆŗn: son los potentes grupos empresariales privados los que presionan para transformar el SNS y crear nuevos espacios de negocio. Los lobbies de las aseguradoras, de las empresas de tecnologĆa sanitaria y de la industria farmacĆ©utica actĆŗan con persistencia para conseguir sus objetivos. Y colocan a su gente en puestos de mando de la sanidad pĆŗblica para trabajar en su propio beneficio. Boi Ruiz, jefe de la patronal catalana es el actual consejero de Sanidad. Ćl lo tiene claro: en su opinión la salud es un bien privado que depende de cada persona y no del Estado y āno existe un derecho a la saludā. Esta es la ideologĆa que sustenta las decisiones polĆticas que llevan al desmantelamiento del sistema sanitario pĆŗblico. No buscan la eficiencia ni la calidad: solo persiguen el lucro, a costa de la salud de los ciudadanos.