El nacionalismo agresivo, sin control
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No hay orden fiable en este mundo teóricamente dominado por un orden liberal. Estados Unidos, agente supremo, no quiere, no puede o no sabe ejercer ahora el control exhibido, con errores, abusos y fracasos, en los últimos ochenta años. Un nacionalismo populista y demagógico, sin base ideológica alguna, se ha instalado en la Casa Blanca. Nada es previsible, todo está sujeto a la improvisación, al capricho.
El establishment parece desarmado o a la expectativa, confiado, dicen algunos, al derrumbamiento de un gobierno sin sustancia ni proyecto más allá de la vanidad personal de su líder. Los partidos de la alternancia sistémica parecen cada día más irrelevantes. Los republicanos, teóricamente en el poder, están sometidos a un jefe importado, errático, despectivo cuando no vengativo hacia quienes no le siguen el juego. Los demócratas, salvo algunos exponentes del ala izquierda, siguen desaparecidos, con sus líderes de referencia mudos o ensimismados en sus intereses particulares de nuevos ricos progres.
Las guerras africanas, las agresiones descaradas, los duelos sobre el abismo parecen ajenas al control que habitualmente ejercía Washington desde la caída del régimen soviético
Cuando desde el supuesto faro del mundo, se emiten señales tan preocupantes y faltas del mínimo rigor, lo más lógico es que otros países poco respetuosos de las normas internacionales sientan que tienen luz verde para actuar a su antojo. Y algo similar se puede decir de las fuerzas políticas que han vivido agazapadas durante décadas: emergen ahora con un triunfalismo comprensible, aunque quizás un poco ilusorio.
Las guerras africanas (como la de Sudán o la congelada en Congo), las agresiones descaradas (la israelí en Gaza y Cisjordania), los duelos sobre el abismo (entre India y Pakistán, dos potencias nacionalistas extremas y con armas nucleares) parecen ajenas al control que habitualmente ejercía Washington desde la caída del régimen soviético. Entiéndase, nunca hubo un control neutral. Por encima de la naturaleza de los conflictos, siempre mandaban los intereses norteamericanos. En la desmadrada situación actual, los contendientes periféricos se consideraban libres de actuar a sus anchas, sin temer una intervención correctora del gran patrón. No obstante, hay matices importantes.
ISRAEL, FUERA DE UN MÍNIMO CONTROL
Netanyahu puede hacer ahora lo que le plazca, porque ninguna de las potencias occidentales moverá un dedo para impedirlo. El orden liberal ha sido aniquilado en Gaza
En la tragedia palestina, las anteriores istraciones estadounidenses sin excepción han actuado de manera sesgada a favor de Israel, pero se han cuidado de aparentar una neutralidad suficiente para reclamar y desempeñar un engañoso papel mediador. Trump ni siquiera cuida estas formas. Ha proclamado su apoyo incondicional a Israel: su sintonía con un dirigente tan nacionalista y oportunista como él, tan dudosamente honesto como él, tan perseguido por las causas judiciales como él, tan irrespetuoso con las instituciones del orden liberal como él. Después de casi 20 meses de una operación militar que organismos acreditados ya han calificado como constitutiva de crímenes contra la humanidad, se aguarda el último acto de la tragedia palestina (1).
Por supuesto, Biden es responsable de lo ocurrido en Gaza el último año y medio, pero intentó parecer que le ponía límites a Netanyahu, que le condicionaba su apoyo, que frenaba su ambición arropada en una aparente sed de venganza. Trump, en cambio, le ha animado a continuar y profundizar en una política de exterminio, de sometimiento por hambre de una población martirizada por décadas de ocupación, represión y asfixia económica y vital.
Ahora, el primer ministro israelí, desatado y sin control, enseña todas o casi todas sus cartas. Quiere ocupar gran parte de la franja y arrinconar a la población en zonas reducidas e invivibles, para expulsarlas luego por completo. Hasta ciertos altos mandos del Ejército consideran que su estrategia no está motivada por razones de seguridad nacional, ni orientada a la salvación de los rehenes restantes (2). Netanyahu puede hacer ahora lo que le plazca, porque ninguna de las potencias occidentales moverá un dedo para impedirlo. El orden liberal ha sido aniquilado en Gaza.
LA PELIGROSA ESCALADA INDO-PAKISTANÍ
En el subcontinente indio, a los pies del Himalaya, se libra otra contienda que amenaza la paz mundial. En las últimas horas, la aviación india ha bombardeado supuestas bases en Pakistán de las organizaciones musulmanas que combaten con las armas al gobierno de Delhi en Cachemira, en respuesta al último atentado que costó la vida a 26 turistas.
El último atentado de las milicias musulmanas en la Cachemira india coincidió con la estancia en Delhi del vicepresidente Vance. ¿Fue una provocación o una coincidencia?
Washington no ha logrado contener la escalada, como en ocasiones anteriores. El secretario de Estado, Marco Rubio, único representante del establishment en esta istración, ha intentado ejercer ese papel de gendarme clásico, pero no está claro el respaldo que ha tenido de la Casa Blanca (3). A Trump no le importan demasiado los conflictos mundiales. Y, en todo caso, ante el espectro de guerra entre India y Pakistán, dos potencias nucleares, el instinto le llevaría a apoyar a un nacionalista como Modi y no a los imprevisibles militares islamistas pakistaníes.
El último atentado de las milicias musulmanas en la Cachemira india coincidió con la estancia en Delhi del vicepresidente Vance. ¿Fue una provocación o una coincidencia? No lo sabemos. Pero es muy probable que, una vez liquidada la guerra en Afganistán, el régimen militar de Islamabad se sienta irrelevante para Washington y hubiera querido dar un aviso del poder que aún conserva para provocar un sobresalto mundial.
EJEMPLOS A LA CONTRA
Desde otras latitudes occidentales periféricas se ha dado una respuesta muy clara a este trumpismo internacional. Marc Carney ha recuperado para el Partido Liberal un triunfo que hace unos meses parecía perdido. El líder conservador, Pierre Poilivre, se jugó toda su fortuna política en una apuesta trumpista y fracasó estrepitosamente: ni siquiera pudo conservar su escaño. La agresividad comercial del vecino del sur y sus amenazas de absorción, han provocado una reacción de defensa nacional.
Algo similar ha ocurrido en Australia. El triunfo laborista ha despejado los temores de una implantación del trumpismo en el Pacífico sur. La coalición liberal-conservadora se ha estrellado contra una sociedad anclada desde hace décadas en una moderación que rechaza cualquier deriva radical (4).
EL TRUMPISMO AVANZA EN EUROPA
Pero estas excepciones alejadas del centro del orden liberal contrastan con los avances ultras en Europa. Rumania es el último ejemplo. El consenso centrista se derrumba ante la presión del nacionalismo xenófobo. La victoria de George Simion, candidato extremista en la primera vuelta de las elecciones presidenciales (41%), ha provocado no sólo la caída del gobierno y la ruptura de la gran coalición entre socialistas y liberal-conservadores (5).
Rumania es el último ejemplo. El consenso centrista se derrumba ante la presión del nacionalismo xenófobo
El otro candidato que competirá en la segunda vuelta tras obtener el 21%, el alcalde de Bucarest, Nicusor Dan, no pertenece a esta alianza, sino a una formación anticorrupción de orientación liberal progresista opuesta a la mayoría centrista. Por eso es improbable que se componga un cordón sanitario para frenar a la ultraderecha. Algunos analistas locales creen que puede haber una crisis en el socialismo rumano, poderoso en las zonas rurales, pero mucho más endeble en las grandes ciudades.
Simion está alineado con la italiana Meloni en Europa y mantiene una posición crítica hacia Rusia (6). Pero, por intereses de poder, se ha aliado con otro líder ultraderechista, el rusófilo Calin Georgescu, que triunfó en las elecciones presidenciales de hace unos meses, anuladas luego por supuesta interferencia del Kremlin. Esta convergencia del nacionalismo agresivo, que suscribe explícitamente el programa MAGA de Trump, podría crear un bastión en el sureste de Europa, entre Ucrania y los Balcanes.
Otro ejemplo de este trumpismo oportunista ha sido el buen resultado obtenido por la extrema derecha nacionalista antieuropea en las elecciones locales de Gran Bretaña. Aunque no parece que las consecuencias políticas sean decisivas, los dos grandes partidos británicos han acusado el golpe, porque el Reform Party ha mordido en territorios relativamente seguros de ambos. “Un problema para los laboristad, una amenaza existencial para los conservadores”, diagnostica THE ECONOMIST (7).
El sistema electoral británico, uninominal y mayoritario, blinda al sistema de un vuelco político, pero no puede evitar esta sensación de desafección que se extiende elección tras elección.
En definitiva, el efecto Trump no es irresistible, pero sí poderoso. Pudiera no ser duradero, pero creará distorsiones notables en los equilibrios políticos occidentales. Si se confirman las medidas punitivas comerciales, el oportunismo ultraderechista tendrá el camino abonado.
NOTAS
(1) “As Gaza Siege Grinds On, Gazan Children Go Hungry and Patients Die”. THE NEW YORK TIMES, 4 de mayo.
(2) “Announcement of Israel’s Gaza occupation plan is carefully timed”. JASON BURKE. THE GUARDIAN, 5 de mayo.
(3) “Washington’s India-Pakistan Balancing Act”. JOHN HALTIWANGER. FOREIGN POLICY, 1 de mayo.
(4) “A New Trend in Global Elections: The Anti-Trump Bump”. MATTINA STEVIS-GRIDNEFF. THE NEW YORK TIMES, 4 de mayo.
(5) “La Roumanie bascule dans une crise gouvernementale après la performance de l’extrême droite au premier tour de la présidentielle”. JEAN-BAPTISTE CHASTAND. LE MONDE, 5 de mayo.
(6) “George Simion, l’irrésistible ascension d’un national-populiste?”. COURRIER DES BALKANS, 4 de mayo; Far-Right Populist Wins First Round of Romania’s Presidential Election”. MARIAN CHIRIAC. BALKAN INSIGHT, 5 de mayo.
(7) “The fallout from Reform UK’s big win in local elections.For Labour, it’s a problem; for the Conservatives, an existential threat. THE ECONOMIST, 2 de mayo.